domingo, 7 de diciembre de 2008

De Gines a Chipiona, comienza el camino de un olivo

Os voy a contar el comienzo del largo viaje como bonsái de un espectacular olivo que estoy trabajando junto con mis amigos de Chipiona.

El olivo fué obtenido en un campo de Gines (Sevilla) que estaba siendo desarbolado, por Domingo, un buen amigo de Chipiona, de donde se trajo este y unos cuantos más, todos los que entraban en la furgoneta que llevaba. En un primer momento se plantó con tierra del campo en un contenedor de plástico, y no se le hizo ningún tratamiento especial. En realidad era un trozo de cepa de un gran olivo centenario que se había extraido para su venta, y este trozo y otros eran los que se partían al extraerlos con la maquinaria pesada. Ha estado creciendo un año en este recipiente y hoy nos hemos decidido a darle un primer trabajo.




Mis amigos chipioneros que han colaborado en este trabajo posan para vosotros delante de dos de los ejemplares extraidos, son Fernando, Domingo (el propietario) y Enrique:




No es la época ideal para realizar el transplante de los olivos, a mi me gusta hacerlo al comienzo de la primavera, cuando empiezan a hincharse los brotes, pero como íbamos a hacerle un trabajo imprescindible en las raíces y no le íbamos a dejar muchas ramas, nos atrevimos a meterle mano.

Lo primero es eliminar toda la tierra de campo, arcillosa, que Domingo añadió al contenedor, y valorar cual es el mejor frente, la altura de plantación que haga destacar mejor el nacimiento del tronco (tachiagari) y buscar los puntos de interés del árbol, en este caso, y sin lugar a dudas, el magnífico surco en curva, con recovecos y ventanas que os muestro en esta imagen. Con una bandeja vemos cual será más o menos el nivel de plantado:



Con este frente se destaca el movimiento hacia la izquierda y hay una bonita curva desde el nebari (raíces) hasta la posición de la que será la shashi-eda o rama principal, que marcará el movimiento del bonsái. Se valora la posición de los diferentes brotes y se eliminan todos los de la base (chupones) que habían crecido en este año de cultivo.



Una vez decidida la posición de plantado, teníamos que cortar una zona adelgazada que no nos era útil. Valoramos detenidamente por donde hacer el corte, se protegieron las finas raíces (que habíamos humedecido) con una tela de saco y a coger la motosierra.

El especialista, Fernando, se lo toma muy en serio (fué extra en viernes 13).

Sin embargo, en esta ocasión nos falló el invento, no se podía cortar bien, por lo que tuvimos que recurrir a la fuerza bruta.

Domingo tomó el relevo y con la sierra manual y con cuidado, se realizaron dos cortes, uno delantero y otro trasero.
Para finalizar la rotura se utilizó una cuña de madera y un mazo, y alehop, como por arte de magia, tocón desprendido.



Ahora tocaba probar si el olivo encajaba bien en el tiesto del que disponíamos, un gran tiesto sin esmaltar que iba a permitir que nuestro bonsái creciera a sus anchas durante los siguientes 3 o 4 años.



De momento colocamos el olivo calzándolo con dos cuñas de madera, para valorar la posición de plantado. Para la plantación definitiva valoramos colocar una gruesa piedra bajo la parte derecha del bonsái, que no se pudriría con el cultivo.

La zona frontal del olivo, con la cuña de madera debajo. En esta zona habría que poner más substrato. Se aprecian las partes interesantes que nos decidieron a elegir esta vista como frente y que antes comenté.


La zona de la izquierda de la cepa, aunque las raíces salen de una posición más baja, preferimos mostrar estre brazo como si fuera una raíz que se introduce en el suelo, con el tiempo pueden salir raíces bajo este brazo, al estar semienterrado.

La parte trasera, con su suave movimiento y con los chupones que pueden ser aprovechados para formar las ramas traseras que darán profundidad al bonsái.


Y la zona de la izquierda, donde aún no se habían eliminado los chupones. Ya veis la fuerza con la que había brotado, da lástima cortar tanto verde, pero es necesario para el diseño, estas ramas están situadas muy abajo.



Para anclar el árbol a la maceta se atornillan unos tirafondos en los laterales, que permitirán sujetar los alambres que pasaremos por los agujeros de drenaje.

Domingo se entretiene en hacer este trabajo, mientras que yo voy podando las ramas sobrantes:



Y procedemos a añadir la akadama, de grano grueso (se tragó dos sacos) y en la parte superior, de grano fino (un tercer saco entró entero), nos pasamos un buen rato asegurándonos de que no quedaban bolsas de aire que perjudicaran al desarrollo de las raíces, y ya estaba el árbol en su tiesto.




Domingo posa orgulloso junto al magnífico olivo, con los pocos brotes que le dejamos. El gran número de raíces que le dejamos aseguran la salud y en nuestra zona, los inviernos son suaves, lo que permitirán que este ejemplar se desarrolle bien antes de la brotación primaveral.


Como medida preventiva le pondremos musgo esfagno sobre el substrato, aún quedan algunos días de calor, y cuando pasen estas lluvias otoñales, un día de viento y sol puede resultar perjudicial. Además, lo hemos puesto en un invernadero y el árbol no sufrirá en absoluto.


Un saludo.

Juan Antonio.

4 comentarios:

juan dijo...

Enhorabuena por el trabajo, ese va a ser uno de los buenos ;)

Saludos.

Carthago dijo...

Pues espera a ver a sus hermanos, ja, ja.

Anónimo dijo...

Hola. Yo he tenido la suerte de ver este arbolazo en persona antes y después de su transformación, en el vivero del amigo Fernando.
Yo lo visito de vez en cuando desde Málaga.
Sinceramente, creo que tenéis un material inmejorable y muchos conocimientos.
Espero poder aprender yo de vosotros algún día.

Saludos desde Málaga

Carthago dijo...

Quichem, gracias por el comentario. A ver si coincidimos en casa de Fernando algún domingo y nos ayudas con esos bichos. Hay trabajo para todos.

Un saludo

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