lunes, 17 de enero de 2011

Un shohin de ullastre

Hola amigos blogueros.

En primer lugar, felicitaros el año nuevo, ya que a la mayoría de los que seguís este blog no he tenido oportunidad de hacerlo personalmente.
En segundo lugar, justificar un poco la tardanza en subir una nueva entrada. No es cuestión de buscar demasiadas justificaciones, pero todos pasamos alguna vez por carreteras llenas de subidas y bajadas, y ahora estoy en un tramo de bajada. No os preocupéis demasiado, si es que lo habéis hecho, que todo lo que baja, termina subiendo. O eso dicen. je, je.
Sin más preámbulos que no conducen a nada, paso a presentaros al protagonista de esta entrada.
Se trata de un pequeño ullastre (supongo que a estas alturas ya sabéis que se trata de un ejemplar perteneciente a la variedad silvestre del olivo, botanicamente conocida como Olea europaea var. silvestris). No lleva mucho tiempo en mi colección, y es por eso que aún no me había decidido a presentarlo en sociedad. Como muchos otros, tiene un trabajo previo realizado por Erasmo García. Soy de la opinión de que hay que reconocerle el mérito al que lo tiene, y ya sabéis que no me duelen prendas en echarle flores a quien se las merece, y este buen amigo se las merece todas. No soy el único que lo hace, personas más capacitadas que yo lo han premiado con creces.
Bueno, y lo primero es mostrarlo antes de los trabajos que yo le he realizado, así se aprecia bien su evolución. Unas cuantas fotografías desde diferentes ángulos os mostrarán su estado inicial:
No es muy alto, y estaba recién brotado allá por el mes de marzo del año pasado. El recolector lo plantó en un substrato a base de akadama y pomice (piedra pómez de origen italiano), en un tiesto de plástico de los que a mí me gustaban antes para el cultivo, GRANDE. Hoy he cambiado en esto, como en muchas otras cosas, y me he pasado a tiestos de cultivo más pequeños, lo que favorece más el trasplante posterior a su tiesto definitivo, entre otras cosas, por tener que reducirle menos el cepellón, claro está. (Otra sugerencia de mi buen amigo).
No es que te atraiga mucho a primera vista, pero siempre hay que buscar los puntos positivos al material del que disponemos, y ese sabamiki (oquedad), en este caso bastante alargada (podríamos denominarla también shari), resultado de la podredumbre del interior del tronco, no me podéis negar que no tiene su aquel.
Poco más se le puede piropear, sí que tiene algo de movimiento, pero a veces es barrigón y otras se adelgaza cual cintura. En definitiva, es el material con el que se cuenta y hay que buscarle las soluciones que más le favorezcan en el futuro.

Desde esta perspectiva desde luego que no. Nada atractivo.

Desde esta tampoco, la corteza no tiene el craquelado tan deseado en los ullastres, y además no me gustaba la "rodilla" de la base y la curvatura del tronco.


Y en la foto anterior tampoco nada destacable. También descartada como posible frente.

Nada que hacer tampoco por este lado. A seguir buscando.

Y la anterior fue la última fotografía que le realicé ese día. Nada mejoraba a mi criterio este pequeño giro respecto a la primera imagen, así que no lo tenía nada claro. Dentro de las posibilidades que contemplé en ese primer análisis, me seguía quedando con la opción del frente visto en la primera fotografía. En estos casos siempre me lo tomo con calma. Ya llegará otro momento en el que la inspiración aparezca.

No sé vosotros, pero a mí me gusta ver el estado de un árbol cuando llega a mis manos, así que lo normal para mí es hacer cuanto antes un primer trasplante, aprovechando para dar una ojeada a las raíces. Unos días después de haber analizado por primera vez el acebuche, me decidí a trasplantar. La época era propicia, mediados de marzo, y las temperaturas en Cádiz comenzaban a ser altas, por lo que los brotes estaban alargando.
Así que, sin pensarlo demasiado, cogí los aperos, ¡y al tajo!.
No tenía tiesto de cultivo disponible, pero sí esta maceta que por el tamaño y profundidad me podrían servir.
Al sacarlo del tiesto comprobé que el trasplante no hubiera sido necesario, es más, ¡es que acababa de ser plantado en la maceta que traía!. Esto no supone ningún problema si no se le da mucho meneo al árbol, así que con sumo cuidado, lo ubiqué en su nuevo tiesto, fijándolo bien, eso sí, como es recomendable para evitar movimientos que rompan las raíces (lo típico si el viento de levante sopla fuerte, como a veces ocurre por estos lares).
Y nada más que comentar de esta operación, solo mostraros el resultado.
Como comprobaréis al ver las imágenes, la posición de plantado no es la que elegí al principio, si no algo girada hacia la derecha. No sé por qué elegí esa, y no la otra, pero debo reconocer que fue un error, por otro lado subsanable, claro.
Ésta última sí era la buena, menos mal que le hice una fotografía. Como podéis ver, también descubrí parte del tronco enterrado, con lo que se mejoraba el tachiagari al aumentar la anchura del mismo.

En esta imagen tampoco me disgusta, pero no es el mejor frente. A mi entender, claro. Tened en cuenta que las imágenes en dos dimensiones engañan, y que el ápice se iría hacia atrás.

Pasados dos meses desde el trasplante le llegó el momento de comenzar a dar movimiento a los brotes disponibles que estuvieran mejor situados, y de eliminar los que no se considerasen apropiados para el diseño. Las fotografías las hice ese día con el móvil, de ahí la pésima calidad, pero como testimonio creo que sirven (o eso espero). El zippo os dará una idea de las dimensiones del ullastre.

Un buen abonado a base de biogold, complementado con quelatos y una dosis semanal de Green king 3-6-5 ayuda bastante a ir fortaleciendo al acebuche. Otra faena realizada fue delimitar algo la vena viva, sobre todo en el lateral izquierdo, y aplicar una primera dosis de polisulfuro para detener la putrefacción de la madera.

Y a dejarlo en su estante hasta la próxima operación. El frente era el que no terminaba de convencerme, de ahí que le hiciera fotografías ligeramente diferentes. Siempre me ayuda esto a ir decidiéndome (o no).

Cuatro meses más tarde, y esta vez con una cámara mejor, a repetir los trabajos habituales: defoliado, desalambrado, pinzado, poda de ramas innecesarias, sustitución de ramas para ganar conicidad, nuevo alambrado y posicionado de ramas. Perdonad el despiste de no haber realizado la fotografía inicial, pero es lo que hay. (¿No será la edad?).

Y como podéis comprobar, de nuevo la duda: ¿qué frente elijo?. Por si acaso, de momento no hay decisión, aunque ya comienza a ganar la segunda opción. No es por nada, pero observaréis que el modelado de las ramas me ha delatado.

Si os acercáis conmigo, creo que me daréis la razón. Además, hay dos brotes que no me decido a cortar, tal vez podrían utilizarse en el diseño. En estos casos, os recomiendo hacer lo que yo, dejarlos crecer y posponer la decisión para otro momento.

La parte trasera que más me convencía. Ya sé que el ápice no es gran cosa, pero todo tiene solución, aunque sea a base de días, meses o años de crecimiento. (je, je).

Y llegó el nuevo año (2011, claro). En esta época, tras volver a disponer de más tiempo por las vacaciones, me dedico a labores cosméticas, sobre todo. Hay mucha mala hierba que eliminar. No suelo trasplantar tan pronto, no es aconsejable en latitudes más norteñas, pero por el Sur, y sobre todo aquí en el Puerto de Santa María, mis colegas de asociación, Rosendo el primero, trasplantan muy pronto. El clima tiene la culpa, y el de aquí es especial. Hemos tenido temperaturas suaves y varios días con más de 20º C de máxima y nomenos de 11º C de mínima, los árboles están ya brotando, y nosotros con ganas de trabajar. Tras esta justificación, que no debéis tener mucho en cuenta si no vivís en zonas de clima suave, entenderéis que no pude resistirme a poner en su frente elegido a este shohín de ullastre.
Sé que 9 meses es poquísimo tiempo para que se necesite un trasplante, pero este era de tipo "cosmético". No me gustaba el anterior frente y tampoco la maceta.

Por aquí todo seguía más o menos igual, pero con alguna rama más.

Y por aquí, lo mismo.

Pero por este lado, la cosa ha mejorado mucho con la nueva maceta (o eso creo yo). Os preguntaréis por qué he colocado el árbol ligeramente hacia la izquierda, ¿no?. Todo tiene su explicación, claro. La mía, que finalmente le voy a dar una oportunidad a ese pequeño brote de la derecha, el que sale de la "rodilla", y le vamos a construir una rama principal en esa posición, la famosa SASHI EDA.

Por último, como nunca estamos contentos con todo, una pequeñísima posibilidad de cambio y un retoque a las ramas de la izquierda, que se pegaron algo más al tronco.
En otras ocasiones os he realizado un boceto de mi idea, pero hoy, y ya que es tarde, os lo pongo como tarea. ¡Es que los profes no tenemos remedio, XD!.
Un abrazo a todos y que el nuevo año sea bueno para el Bonsái.
(y para los bonsaikas, claro).
Juan Antonio.

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