domingo, 17 de noviembre de 2013

Evolución de un Pino piñonero de prueba, EL FLORIDO

Hola amigos.
 
La entrada de hoy es para romper una lanza por nuestro pinos autóctonos.
 
Los pinos piñoneros no son utilizados normalmente para hacer bonsái, entre otras razones por sus enormes y fuertes agujas, pero crecen muy bien por el sur, y es una especie que muchos aficionados tienen en sus jardines. He visto infinidad de ellos, pero una gran mayoría son trabajados cortando las ramas con hojas juveniles, lo que evita que formen velas, incluso en los ejemplares de más de 20 años. Los ejemplares de vivero que se suelen utilizar, o los obtenidos sembrando piñones, tampoco forman cortezas bonitas, y eso termina alejando al aficionado avanzado de estas especies.
 
Sin embargo, yo siempre digo que cualquier material nos ayuda a aprender, y en este caso, podemos poner en práctica muchas técnicas que después utilizaremos en ejemplares de más nivel.
 


Estas dos primeras imágenes corresponden al día que llegó este ejemplar a mi casa. Previamente lo había trabajado para un aficionado, quedándome con una sola rama de las dos que presentaba, y dándole un poco de movimiento al tronco con un poco de alambre. El aficionado lo cultivó más de un año y terminó por regalármelo. Se ve que no terminaba de convencerle. Soy reacio a pasar de las plantas que tengo en casa, y me propuse intentar hacer algo con este ejemplar. Tenía algo de corteza en la base, pero las ramas eran largas y poco ramificadas, así que lo único que se podía hacer de momento era alambrarlo y defoliar un poco. Así estaba en abril de 2008:
 

En septiembre de ese año estaba bastante recuperado, y pensé que la manera de debilitarlo y que redujera el tamaño de hoja era defoliarlo de nuevo un poco con tijeras. Eso ayudaría a que salieran nuevas yemas en la base de las ramas.



La vista apical era desoladora, no había casi brotes, pero estaba empeñado en trabajarlo y procedí a someterlo a un régimen de abonado fuerte en otoño y débil en primavera. Era lo que tenía entendido por entonces que había que hacer con las especies de pino de brotes fuertes. Pensé que para trabajar las velas y que no me volviera a la brotación juvenil tenía que aplicarle la técnica de corte de velas, pinzando mucho las fuertes y menos las débiles. Otros aficionados optan por cortar con tijera las ramas, dejando algunas agujas. Eso los fuerza a brotar hacia atrás, pero de forma juvenil.
 

La imagen anterior es de febrero de 2009, cuando las velas comenzaban a alargarse. Decidí eliminar la larga rama de la derecha.


A principios de noviembre de ese año había alargado mucho las acículas y pensé en eliminar más agujas en el defoliado, dejando 4 o 6 dependiendo de la fuerza de la rama. Realmente lo dejé casi en las guías, je, je.



 
Tras el defoliado, un poco de alambre para ir formando la estructura de las ramas. Abajo podéis ver el estado de las velas en febrero de ese año. Parece que no se había resentido mucho.
 

 
 En julio de 2010 crecía muy sano y comenzaba a tener más densidad. Ese año quería probar a adelantar el trabajo unos meses a ver que tal respondía. Recodad que es un ejemplar que lo estaba trabajando de modo experimental. A la derecha lo podéis ver tras terminar el trabajo, realmente se quedaba en los huesos el pobre, pero es una especie muy fuerte y no se resiente de las perrerías que le hago. Ese año probé con él la técnica de cortar los brotes del todo para forzar la segunda brotación, como se hace con los pinos negros japoneses.


Sin embargo no le gustó mucho el nuevo tratamiento y aunque brotó con fuerza, lo hizo en muchos sitios con brotación juvenil. Conclusión, no cortar más las velas del todo y seguir usando la técnica del pinzado de velas. Esa primavera de 2011, en abril, lo trasplanté a una maceta ovalada que tenía disponible.


 
Este pino está micorrizado de manera natural, no he añadido ninguna preparación de esporas, y de vez en cuando fructifica formando unos pequeños cuerpos fructíferos redondeados. Pensaba que podía ser algún tipo de trufa, pero hace poco me han ayudado a identificar a una especie muy parecida que tengo en mi encina centenaria y viendo ahora esta imagen se parece al Pisolithus tinctorium, muy parecido a cuesco de lobo.
 

 
 

 Llegamos a octubre de 2012, y volví a mi calendario habitual con este pino. Trabajo de recorte de agujas, defoliado y alambrado. Aproveché para eliminar alguna rama que a mi entender sobraba. La copa era muy voluminosa y tapaba la rama principal. Da pena eliminar ramas con este grado de ramificación, pero no será la última. Poco a poco hay que ir puliendo el trabajo realizado.

 En la imagen superior podéis ver como poco a poco la rama ha ido ramificando y el número de agujas que voy dejando en estos trabajos. Abajo se ve el trabajo terminado. Aún quedaba mucho que densificar en la zona apical, se ven huecos, pero ha mejorado mucho desde la primera imagen.


 El tronco no tiene nada llamativo, se ven algunas marcas del primer alambrado para modelarlo, y pensé en darle algo de carácter con un shari, así que manos a la dremel y a abrir hueco.

 En marzo de 2013 pensé en reducirle el tamaño del cepellón y plantarlo en una maceta redonda de María José González. ¡No solo tiene kuramas!. Para encajarlo en la maceta tenía que reducir la antigua cicatriz de la eliminación de la pivotante, pues de lo contrario quedaría muy levantado. Este mes es apropiado para trasplantar los piñoneros, las raíces comienzan a despertar y las yemas están activas, son más precoces que otros pinos.

En su nueva maceta, con mi compañero inseparable:




Y llegamos a este octubre pasado. Había que repetir los trabajos de defoliado y alambrado. El labio de cicatrización había cerrado casi el shari, pero he pospuesto su nueva apertura para el invierno. Este año he querido probar a cepillar la corteza a ver que tal responde, espero que adquiera una mejor textura, pero ya veremos.






 

Y parte de lo que quería conseguir ya lo he logrado, conocer mejor a esta especie y poco a poco intentar crear una imagen aceptable de bonsái. Me quedan aún varios años más para terminar de densificar la copa, pero he dado un paso importante en su formación.

Ahora puedo atreverme con ejemplares de piñonero de más atractivo, pero eso es harina de otro costal, localizar un buen tronco con movimiento y corteza para aplicarle las técnicas que he ido depurando con este Florido.

Un saludo.

Juan Antonio Pérez.

sábado, 9 de noviembre de 2013

EL CARTHAGINÉS: Cirugía estética y tres diseños.

Hola amigos,

esta entrada se la quiero dedicar a un buen amigo, Mario Ruíz  González, "Pipote", muy conocido por los buenos aficionados a los ullastres por su larga trayectoria como recuperador y buen aficionado al bonsái. Lo conocí en casa de otro gran amigo, Erasmo García, y aparte de su buenos conocimientos en bonsái, lo que más me gustó de él fue su magnífica caldereta de cordero, je, je.

Aprovechando su invitación a visitar Entrerríos, su patria chica, me acerqué a recoger algunos pequeños ullastres que le había encargado. Material virgen para trabajar. Él le puso el nombre al contarme que le recordaba una cara de Carthaginés, je, je. Así es como lo recogí, tras su segunda brotación después de la recuperación:

 Esa cara era el principal problema para diseñarlo, ya que la conicidad invertida que tenía no era muy apropiada para transformarlo en bonsái, pero desde el principio vi la posibilidad de aprovechar los huecos de los ojos para, comiéndole algunas zonas, obtener un tronco más sinuoso. Es una cosa que aprendí de los trabajos de mi amigo Erasmo, sobre todo el que le realizó a mi Caracol, "menos es más":

(Fijaros en la piedra incrustada en el tronco)



Inspirándome en ese trabajo de madera, eliminé virtualmente zonas del tronco para hacerme una idea de como trabajarlo, y este fue el resultado:
Las macetas también son para mi motivo de inspiración, y hace un tiempo adquirí esta kurama de María José González, que no tenía inquilino. Quería ver como era el nacimiento del tronco, así que lo saqué de la maceta y lo reposicioné en la kurama, casi sin tocar raíces. Por cierto, estaba muy bien enraizado, lo que habla muy bien del cultivo de Mario. Añadí una buena capa de akadama gruesa como drenaje y sujeté muy bien el árbol para que no se moviera con el trabajo que pensaba realizarle.


No era un trabajo muy complicado, pero si se necesitaba precisión para no dañar zonas importantes. La parte superior del tronco la moldeé con la parte troncos y para abrir el canal que separara la zona de la derecha utilicé una fresa triangular que me permitía ser preciso y poco agresivo.


Una vez separado por completo quedaba proteger con pasta selladora el nuevo labio, que saneé en toda la periferia del nuevo lateral del tronco con ayuda de un escalpelo:



 Tras el trabajo consideré levantar un poco todo el conjunto, que se venía en exceso hacia el frente, y de esta manera mostrar con más claridad la separación creada:


Aproveché para ir modelando con alambre las ramas disponibles y le realicé la fotografía de rigor. Ya había cambiado bastante su imagen, y aunque la cara había desaparecido, permanecerá en su nombre de CATHAGINÉS:


Quedaba dibujar un poco como podría ir evolucionando en el futuro, y una opción era construir la copa a partir del extremo terminal, marcando más movimiento en el tronco. Lógicamente tendría que eliminar el triángulo superior del tronco para que la vena viva fuese disminuyendo progresivamente de grosor. Algo parecido a este diseño podría ser factible:


Girando ligeramente el tronco hacia la derecha se ve mejor la parte izquierda de la kurama y se disimulan los bultos de la parte media del tronco, que tendré que arreglar en un futuro. Sobre esta imagen realicé un diseño más tradicional:


Una copa voluminosa y una primera rama que es la que marca el movimiento del árbol. Perdemos dinamismo en el tronco pero ganamos en fuerza en el conjunto. Típica imagen de un árbol viejo y fuerte:

Pero este árbol tiene una parte trasera muy llamativa. Hay que ir creando puntos de interés en esa madera y solucionar el problema de la derecha del tronco, aumentando más el shari en esa zona y profundizando y abriendo huecos que hagan más llamativa a la madera muerta. Esta zona había sido limpiada por Mario, pero necesita más carácter que irá apareciendo en las intervenciones futuras.


Es posible aprovechar esta imagen como frente ya que vemos el nacimiento de la vena viva, y la imagen resultante es muy dramática. El diseño que he realizado enfatiza el movimiento marcado por la primera rama y en términos generales es el que más me gusta. Es una de las premisas que se me quedaron de mis charlas con Erasmo, mostrar siempre la madera muerta en los ullastres. Por otra parte, utilizar de esta manera la kurama permite ver la calidad de la creación de María José, y no me disgusta en absoluto, aunque no sea muy correcto.


Bueno, ahora es el ullastre el que tiene que trabajar, lo he puesto decorando mi porche acristalado, donde la buena temperatura que aún gozamos por Cádiz le permitirán recuperarse del trabajo antes de que lleguen los fríos.
Y para despedirme, la cara de felicidad que tiene Mario cuando se encuentra en su tierra extremeña de cañas con los amigos. ¡Eres un fenómeno!. Un abrazo.

Un saludo.

Juan Antonio Pérez.


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