El Ligustrum lucidum es una oleácea que seguro que conocéis por vuestros paseos por los parques de nuestras ciudades. Cuando llega la primavera nos deleita con una exuberante floración, y posteriormente, sus frutos color aceituna también nos resultan atractivos. Si os habéis fijado, soportan muy bien las podas, y los jardineros de nuestras ciudades suelen redondear sus copas, muy al estilo inglés:
Un detalle de sus inflorescencias:Y las infrutescencias tan llamativas de color morado:
Yo comencé con esta especie a modo experimental, como con otras muchas. Es una especie que tiene un lento crecimiento en suelo, y es apropiada para espacios reducidos en los jardines. Como bonsái resiste bien las podas, brotando desde la madera vieja, y yo la suelo defoliar total o parcialmente una o dos veces al año. Aún no he dejado que florezca, pero ya va llegando su hora.
Comenzó como un pequeño plantón que recogí del jardín del Instituto San Isidoro, de Cartagena, sobre el añó 1998. Al principio me limité a formar un tronco y un nebari más o menos gruesos y con algo de movimiento, eliminando año tras año muchas de las ramas que tenía. En 2003, tras varios años de cultivo, presentaba esta triste imagen:
Decidí transplantarla a un tiesto más profundo de plástico, con akadama de grano grueso, para acelerar su crecimiento, y la abonaba en abundancia. En esta imagen de febrero de 2004 podéis apreciar la sustitución de ápice que realicé ese año:
Ya en el Puerto de Santa María, tras otros 3 años de cultivo, el tronco había engrosado bastante y comencé a plantearme darle un diseño más atractivo. Ese año lo transplanté a un tiesto de entrenamiento en akadama con algo de grava volcánica, y me quedé con las que iban a ser las ramas definitivas. En julio del 2007, tras un defoliado y un nuevo alambrado lucía así:
En septiembre, una poda a dos pares de hojas para que no se dispare en exceso:
Y un defoliado y poda de brotes terminales en enero para forzar la aparición de ramificación fina. Se quitan los alambres de cobre del tronco al haber quedado fija la forma que se le dió:
Que para junio dió este crecimiento, no demasiado frondoso, que digamos:
Que de nuevo se recorta para que no se nos deforme la copa, y las grandes hojas se recortan, para permitir la iluminación del interior.
Un mes después estaba así:
Este mes de febrero he decidido plantarlo en un tiesto circular de bordes irregulares, muy plano, de momento con el nebari tapado por la akadama, que se limpiará en junio, cuando el enraizamiento sea completo. Es bastante interesante la distribución de raices que posee, y quedará muy bien cuando se queden al descubierto. Os muestro cuatro vistas de su estado actual, espero que este año pueda florecer, para lo cual no pinzaré el nuevo crecimiento. Ya veremos si tengo éxito en esta tarea.
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