esta variedad de Juniperus phoenicia crece en los jardines de mi amigo Rosendo, de ahí lo de Rosendensis. Cuando me quedé casi sin árboles este verano, este buen amigo, desprendido como ninguno, pasó por mi casa con un cargamento de árboles para que me ayudaran a salir de la depresión que provoca ver tu trabajo de varios años casi destrozado. Han pasado ya 6 meses desde aquel día, y gracias a estos y otros ejemplares que me regalaron un buen número de amigos, poco a poco he ido llenando de nuevo mis estantes.
Sé que no son ejemplares de campeonato, pero ya sabéis que yo nunca desprecio ningún reto, y es más gratificante sacar un buen resultado de árboles que de partida no llaman mucho la atención. De árboles de alto nivel es más fácil sacar un buen trabajo, y si uno no es muy manazas, los errores se notan menos.
Estas sabinas, también conocidas como Sabinas negrales, las recupera mi buen amigo con la técnica del tubo. Crecen en arenales del Puerto de Santa María, y para extraer ejemplares de pequeño tamaño, los introduce en un tubo que va clavando en la arena, para posteriormente doblarlo y cortar las raíces gruesas. Luego vuelca el contenido en un recipiente con grava y más arena y extrae el tubo. Las sabinas presentan algunas raicillas y al no cambiarles el substrato arenoso no sufren en absoluto y tras varios años de recuperación están preparadas para comenzar a formarlas como bonsái. Este ejemplar que me regaló había sido recuperado hace casi 7 años, y como veis en esta imagen ampliada de la anterior (disculpar la calidad del móvil), estaba muy frondosa. He leído que pertenecen a la variedad J. phoenicia var. oophora, que junto con la J. phoenicia var. turbinata, son dos de las que podemos encontrar en la zona de Cádiz, la segunda por la costa de Cabo Roche.
No tardé mucho en meterle mano, y como había trabajado varias de Rosendo, y una de ellas sufrió al transplantarla fuera de tiempo, me lo tomé con calma. En una primera fase seleccioné ramas y realicé un alambrado de ramas primarias, para definir el futuro diseño, sin tocar las ramitas más finas o que aún estaban verdes. Aquí veis como había eliminado ramas bajas y comenzaba a seleccionar las principales para colocarlas con alambre de cobre.
Finalmente decidí quedarme con este frente, y empezar a construir un bonsái en estilo moyogui:
Vista trasera:
y otro pequeño giro:
No eliminé muchas ramas en esta primera fase, y con ayuda de un par de tensores de cobre posicioné más o menos las ramas siguiendo el diseño que había imaginado:
Vamos a dar una vuelta alrededor de la sabina:
Una vez alambrado, pensé en cambiar un poco la inclinación del tronco, girándolo hacia la izquierda unos grados, con lo que el movimiento del mismo mejoraba:
De momento el trabajo no se debía detallar más, así que la dejé recuperarse. En noviembre había crecido y no daba muestras de resentirse del trabajo. Todas las puntas de las ramas estaban creciendo, y aparecían yemas en zonas traseras e incluso en el tronco. Había llegado el momento de transplantar. Extraje toda la arena de las raíces y sin apenas cortar ninguna, la planté en la mezcla que utilizo normalmente, akadama al 50% mezclada con grava volcánica. Esta época me había comentado Rosendo que era apropiada para transplantarlas en Cádiz, ya que con el buen clima de aquí, las sabinas se recuperan bien, y la humedad ambiental ayuda a que enraicen perfetamente.
La mantuve en semisombra y la pulverizaba con agua osmotizada varias veces al día, ya sabéis que a las sabinas les gusta la humedad en las hojas, y gran parte del agua que capturan lo hacen a través de ellas y de sus hojas escuamiformes. Para ayudar a superar el estrés la pulvericé varias veces con una disolución del preparado de glucosa que recomienda Kawabe. La sabina no paró de crecer desde que fue transplantada, y se la veía muy fuerte, así que este fin de semana he decidido dar el segundo paso en su formación, alambrar las ramas secundarias y terciarias y eliminar las ramas innecesarias o las que ayudaran a dar conicidad a las ramas primarias. Con las prisas olvidé hacer una fotografía antes de comenzar el trabajo. Aquí ya había seleccionado algunas ramas y había alambrado la primera de la izquierda:
y la rama principal, que marca el movimiento del árbol hacia la izquierda:
El resto es continuar subiendo hacia la copa posicionando las ramas radialmente alrededor del tronco y con longitudes cada vez menores. Una imagen con dos ramas traseras y la segunda de la izquierda ya alambradas:
Y un último apretón en el trabajo y se termina el alambrado. En la zona apical reposicioné algunas ramas y varié un poco el ángulo de salida de otras. También eliminé las puntas de las excesivamente largas, para que no salieran del perfil de la copa:
Una vez alambrado al completo, un repaso y un alambrado de alguna rama terciaria que me había dejado y a mirar el trabajo desde lejos para corregir algunas ramas. Aquí os muestro algunas vistas del final de esta fase:
Una vista apical nos permite comprobar la distribución radial de las ramas, para que reciban el máximo de luz.
Y seis meses después de haber llegado a mis manos, así va esta Sabina negral. Ahora queda comenzar con los abonados a base de biogold. Hasta ahora había estado utilizando un tapón de Green King 365 por cada 3 litros de agua, un abono suave que recomienda Kimura y que a mi me va muy bien. El problema es su precio, muy elevado de momento.
La voy a dejar crecer libremente otros seis meses antes de comenzar con los pinzados para densificarla, tiene que terminar de enraizar bien y tomar fuerza para que pueda trabajarla sin problemas.
Esta sabina es muy abundante en toda la zona mediterránea, y su color es muy bonito, inconvenientes que le veo, que forma hojas en aguja si te pasas con la poda o el pinzado, pero aplicando bien las técnicas, espero que vaya densificando bien, ya os contaré.
Un saludo.
Juan Antonio.
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